En el año 1927, tercer centenario de la muerte del poeta
Luis de Góngora, se creó en Sevilla un grupo de poetas que compartían unas
características comunes y que se conocen como la Generación del 27 (Grupo del 27, La generación de la amistad).
Todos ellos tenían edades similares
y trabaron amistad, eran liberales políticamente, tenían
una gran cultura literaria y curiosidad intelectual. Su origen familiar era acomodado, participaron
en acontecimientos culturales
(tricentenario de Góngora), y colaboraron en revistas
como La
Gaceta Literaria, Revista de Occidente. Solían
reunirse en la Residencia de Estudiantes (Lorca-Dalí-Buñuel), y a
veces también en el Centro de Estudios Históricos. Compartían el afán de
modernizar la poesía, tomando
como maestros a Juan Ramón Jiménez y a Ortega y crearon un lenguaje generacional
compartiendo su admiración por lo clásico y lo moderno.
Si una generación agrupa a hombres nacidos durante
un período de quince años, esta generación tendría su fecha capital en 1898: entonces nacen Federico García Lorca, Dámaso Alonso,
Vicente Aleixandre. Mayores eran Pedro
Salinas, Jorge Guillen, Gerardo Diego: del 91, del 93, del 96. Un año más joven que Lorca es Emilio Prados, del 99. A este
siglo pertenecen Luis Cernuda, de 1902,
Rafael Alberti, del año 1903, y el
benjamín Manuel Altolaguirre, del
año 1905. De Salinas a Altolaguirre se
extienden los quince años de rigor —de rigor teórico—. El
Grupo del 27 se caracterizó por la equilibrada dualidad que mantenían en relación a la poesía: combinaron
lo tradicional y lo clásico; admiraban tanto lo popular como lo culto
y se interesaron por la literatura
hispánica y por la europea. Los poetas de la Generación del
27 aportaron a la poesía nuevas imágenes y metáforas de tipo irracional, y nuevos
tipos de verso como el verso libre y el versículo, que renovaron
la métrica presente.
LA GENERACIÓN DE LA AMISTAD Y LA RESIDENCIA DE ESTUDIANTES
Algunas de las obras más importantes de los miembros de la Generación del
27 son Razón de amor,
de Pedro Salinas; Creacionismo, Versos Humanos, Versos Divinos, Alondra de verdad, de Gerardo Diego; Aire nuestro, Cántico, Clamor, de Jorge Guillen; Poema del Cante Jondo, el Romancero Gitano,
Poeta en Nueva York de Lorca;
Marinero en tierra , Cal y canto, Sobre los ángeles, de Rafael Alberti y La realidad y el deseo de Luis Cernuda, entre otros. Cabe destacar que el único integrante
del grupo que escribió teatro fue Lorca, con obras como Yerma
o La casa de Bernarda Alba.
IMÁGENES DE LA GENERACIÓN DEL 27
(Luis Cernuda, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pedro Salinas,
Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Manuel Altolaguirre y Fernando Villalón,
entre otros, aparecen en unas imágenes en movimiento)
El grupo poético del 27 nos
sorprende porque su asimilación
de formas anteriores, su respeto de la tradición, no
contradice esa inmensa labor suya en la renovación de la lírica
española. Su
amor por los clásicos fue inmenso y sus fuentes muy diversas:
1.- En las composiciones populares medievales de el Cancionero y el Romancero, o las cancioncillas de Gil Vicente o de Juan del Encina (influencia marcada especialmente en la poesía de Lorca y en Alberti).
2.- De la literatura tradicional, se admiraron composiciones clásicas
como las de Jorge Manrique, Garcilaso, San Juan de la Cruz, Fray
Luis de León, Quevedo; Lope de Vega (poemillas de
corte popular) y sobre todo y
fundamentalmente Góngora, que
fue el maestro de la metáfora.
3.- También se admiró como
representantes de la poesía más cercana,
a Bécquer, Rubén Darío y a Juan Ramón Jiménez.
4.- Y de las vanguardias se tomaron las imágenes novedosas, originales y
provocadoras, así como la total libertad en la métrica y el uso de imágenes
ilógicas. Ramón Gómez de la Serna, con sus deslumbradores hallazgos de imágenes
novísimas (Pronto se deja sentir en
estos poetas el influjo de las primeras
vanguardias -Ultraísmo y Creacionismo- Y más tarde, a partir de
1927, se produce la irrupción del Surrealismo.
En cuanto a la evolución del
grupo del 27, suele hablarse de 3 etapas significativas:
ETAPA I (la juvenil)-
hasta 1927-. De un
principio, se muestra la influencia de Bécquer, y Rubén Darío; más tarde la
poesía de Juan Ramón Jiménez los orienta hacia una "poesía pura". La influencia de Ramón Gómez de la Serna y de
las vanguardias (creacionismo y ultraísmo)
encauzaron algunas obras hacia una poesía deshumanizada.
Sin embargo, no todo es deshumanización. Lo humano había entrado ya —aparte el influjo de Bécquer—
por el camino de la lírica popular [Libro de poemas de Lorca (1921) o por Marinero
en tierra de Alberti (1924)]. Paralelamente, el anhelo de perfección formal desemboca en el fervor por Góngora.
ETAPA
II –de
1928-1936- (la de la madurez). La influencia surrealista
"rehumanizó" la lírica, expresando la angustia y la rebeldía del
poeta; Ha comenzado —dice Dámaso Alonso— una nueva época de poesía española: época
de gritos, de vaticinio, o de alucinación, o de lúgubre ironía. Una época de poesía trascendente, humana y
apasionada.» Señalemos unas fechas significativas: en 1930, el
novelista José Díaz Fernández publica un ensayo titulado El nuevo Romanticismo, en que, frente a una «pureza» caduca, propugna una
vuelta a lo humano y «un arte para la
vida». En 1935, Neruda funda en Madrid la revista Caballo verde para la poesía, en la que aparece el
«Manifiesto por una poesía sin pureza», es
decir, inmersa en las circunstancias humanas y sociales más concretas.
Los
tiempos (caída de la Dictadura y de la Monarquía, vicisitudes de la República)
han traído nuevas inquietudes, a las que los poetas del grupo —en parte— no podrán ni querrán
sustraerse. Ya a propósito de su gran libro surrealista, Lorca había dicho: «Con Poeta
en Nueva York, un acento social se incorpora a mi obra.» Y en efecto,
los acentos sociales y políticos que clausuraron las vanguardias entran también en la poesía. Más aún:
Alberti, Cernuda o Prados adoptarán una concreta militancia revolucionaria.
Y, de forma más o menos activa, todos
los demás se mostrarían partidarios de la República, al estallar la guerra. Y
ETAPA III (la final) (a
partir de 1939). Tras la guerra civil española, el
grupo prácticamente se disolvió debido al exilio de algunos poetas (excepto Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo
Diego) y al asesinato de otros, como Lorca. En el exilio, Jorge Guillén empieza
en 1950 un nuevo ciclo. En España, -Hijos
de la ira, 1944- de Dámaso Alonso representa un humanismo angustiado. Y
en 1977 se otorga el Premio Nobel a Vicente Aleixandre
******
Concluiremos con las afinidades estéticas del Grupo del 27. Es digna de admiración su
tendencia
al equilibrio es decir, a la originalísima síntesis entre ciertos
polos entre los que se había debatido la poesía española de los últimos lustros:
1) Entre lo intelectual y lo sentimental: Se les acusó de intelectualismo y lo cierto es que la emoción será
refrenada, y trascendida, estructurada por el intelecto.
2) Entre una concepción cuasi-mística de la poesía y una lucidez rigurosa
en la elaboración del poema: En las poéticas de la Antología de G.
Diego abunda la idea de la poesía como algo inexplicable, trascendente,
demiúrgico. Pero también destaca igualmente la exigencia de creación lúcida, de
rigor técnico y de trabajo bien hecho.
3) Entre la pureza estética y la autenticidad humana: Es cierto que estos poetas ponen la Belleza por encima de todo como
Juan Ramón. La preocupación por la autenticidad humana irá en aumento con los
años, pero no se abandonará la exigencia estética.
4) Entre lo minoritario y la "inmensa compañía": El imperativo de selección de estos poetas hace que su obra confine con un arte de minorías, pero ninguno de ellos suscribiría el conocido lema de Juan Ramón cuyos poemas alternan hermetismo y claridad. Salinas pensaba que la faena del poeta es hacer comunicable a otros la experiencia de vida que constituye el poema, y que este es una soledad abierta a todos en cuanto que es comunicable y convivencial. Si hay algo común a las trayectorias de todos ellos, sería el tránsito del "yo" al "nosotros".
4) Entre lo minoritario y la "inmensa compañía": El imperativo de selección de estos poetas hace que su obra confine con un arte de minorías, pero ninguno de ellos suscribiría el conocido lema de Juan Ramón cuyos poemas alternan hermetismo y claridad. Salinas pensaba que la faena del poeta es hacer comunicable a otros la experiencia de vida que constituye el poema, y que este es una soledad abierta a todos en cuanto que es comunicable y convivencial. Si hay algo común a las trayectorias de todos ellos, sería el tránsito del "yo" al "nosotros".
5) Entre lo universal y lo
español: El poeta y crítico
Enrique Díez-Canedo afirmaba que la obra de los poetas jóvenes de España
significa el ponerse a tono con la poesía universal.