LA POESÍA DE FEDERICO GARCÍA LORCA
Federico García Lorca fue un poeta español nacido en la provincia de Granada en 1898. Fue amigo de personalidades notables como Manuel de Falla, Salvador Dalí, Luis Buñuel o Juan Ramón Jiménez, y formó parte del grupo de poetas conocido como la Generación del 27. Pasó un periodo de su vida en Nueva York, y fundó en España la compañía de teatro universitario "La Barraca". Murió asesinado por su ideología republicana y su homosexualidad a comienzos de la Guerra Civil, en 1936.
Su poesía se caracterizó por el dramatismo en el doble sentido de la palabra: en ella aparecen rasgos teatrales (aparición de personajes en las composiciones) y rasgos trágicos como el fatalismo, la frustración y el deseo imposible. Su obra puede dividirse en dos periodos: en el primero fusionó lo popular y lo culto, y lo tradicional y lo moderno.
Su actitud ante la creación poética es rigurosísima. «Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios —o del demonio—, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo, y de darme cuenta en absoluto de lo que es un poema.» Es decir, inspiración y trabajo consciente. «La inspiración —dijo en otro momento— da la imagen, pero no el vestido. Y para vestirla hay que observar [...] la cualidad y sonoridad de la palabra.» Así surge una de las poesías más asombrosas de nuestra literatura; una poesía en que la pasión y la perfección, lo humanísimo y lo es téticamente puro conviven como pocas veces. A ello contribuyen, en buena parte, sus profundas raíces en lo popular. Lo popular y lo culto van también hermanados en su obra: vida y canciones del pueblo vivifican su sabia y exigente creación.
Su actitud ante la creación poética es rigurosísima. «Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios —o del demonio—, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo, y de darme cuenta en absoluto de lo que es un poema.» Es decir, inspiración y trabajo consciente. «La inspiración —dijo en otro momento— da la imagen, pero no el vestido. Y para vestirla hay que observar [...] la cualidad y sonoridad de la palabra.» Así surge una de las poesías más asombrosas de nuestra literatura; una poesía en que la pasión y la perfección, lo humanísimo y lo es téticamente puro conviven como pocas veces. A ello contribuyen, en buena parte, sus profundas raíces en lo popular. Lo popular y lo culto van también hermanados en su obra: vida y canciones del pueblo vivifican su sabia y exigente creación.
Aparte de un primer libro en prosa, Impresiones y paisajes (1918), sus primicias poéticas quedan recogidas en el Libro de poemas, publicado en 1921 cuyas composiciones están plagadas de reflejos del Modernismo y sus representantes e influencias, como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez o Bécquer. Posteriormente, escribió entre 1921 y 1924 los libros Canciones, Poema del cante Jondo y Suites. El primero de ellos, Canciones, es una obra muy heterogénea, que combina desde canciones infantiles hasta composiciones trágicas que tendrán su eco en obras posteriores de Lorca. Por otra parte, el Poema del cante Jondo es un libro trágico sobre Andalucía y el dolor que rezuman sus cantes. Es el libro de “la Andalucía del llanto”, un libro lleno de ayes, de dolor, de muerte. Su lengua poética se identifica con lo popular y con esa elaborada estilización culta. Suites ha permanecido inédito hasta hace poco y es un hondo testimonio de sus inquietudes humanas y estéticas.
Libro de Poemas
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Canciones
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Poema del cante Jondo
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Suites
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Romancero Gitano
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Poeta en Nueva York
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Por otra parte, en su segundo periodo poético, Lorca recoge en POETA EN NUEVA YORK la influencia surrealista mediante imágenes irracionales en actitud de rebeldía. La estancia en los Estados Unidos (1929-1930), precisamente en el momento dramático del crack de la bolsa neoyorkina, es un hito crucial en la vida de Lorca. Su contacto con Nueva York —expresión máxima de cierto tipo de civilización— es una sacudida violenta. En aquel mundo tentacular, que según Lorca convierte al hombre en una pieza de un gran engranaje, el poeta se ahoga y se rebela. Con dos palabras define el ambiente: «Geometría y angustia.» El poder del dinero, la esclavitud del hombre por la máquina, la injusticia social, la deshumanización, en fin, son los temas del libro. Y una de sus partes está dedicada a los negros —otra raza marginada—, en quienes Lorca ve «lo más espiritual y delicado de aquel mundo».
De lo dicho se sigue que «un acento social se incorpora a su obra» (son palabras suyas). En efecto, los poemas son desgarrados gritos de dolor y de violenta protesta. Ahora, la soledad, la frustración y la angustia no son sólo las del poeta: su «corazón malherido» ha sintonizado con millones de corazones que sufren. Formalmente, la conmoción espiritual y la protesta encuentran un cauce adecuado, como dijimos, en la técnica surrealista (aunque no «ortodoxa»). El versículo amplio y la imagen alucinante le sirven para expresar ese mundo ilógico, absurdo, para construir visiones apocalípticas y coléricas. Con Poeta en Nueva York, Lorca consigue renovar su lenguaje (sacándolo de la vía de lo popular andaluz, agotada por él mismo) y alcanza una nueva cima. Treinta y cinco poemas integran el libro (La aurora, acaso el poema más claro y que sintetiza brevemente toda su visión de Nueva York; también destacamos tres grandiosas odas: Oda al rey de Harlem, Oda a Walt Whitman y Grito hacia Roma).
Tras Poeta en Nueva York, Lorca se dedicará preferentemente al teatro, en el que vierte su nuevo acento social». Sin embargo, escribe —entre otros— los poemas íntimos y doloridos del Diván del Tamarit, libro inspirado en ciertas formas de la poesía arábigo-andaluza.
Además, en 1935, compone otra de sus piezas maestras: el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Es una grandiosa elegía por aquel torero que fue gran amigo de los poetas del grupo del 27. Es una de las más hermosas elegías de la literatura española.
Los poemas gallegos, publicados en 1935, son un encuentro con la tradición y lengua gallega. Con ritmos tradicionales, de la lírica galaico-portuguesa, los textos son muestra del popularismo lorquiano y siguen manteniendo elementos funestos, tan propios del lorquismo, como la luna o el pozo.
Los poemas gallegos, publicados en 1935, son un encuentro con la tradición y lengua gallega. Con ritmos tradicionales, de la lírica galaico-portuguesa, los textos son muestra del popularismo lorquiano y siguen manteniendo elementos funestos, tan propios del lorquismo, como la luna o el pozo.
Finalmente, la última composición de Lorca fue Sonetos del amor oscuro, escritos entre 1935 y 1936 (pese a que no fueron publicados hasta 1984 por ABC), en las cuales Lorca expresaba su trágica experiencia amorosa, desde lo sentimental hasta lo carnal.
Los once sonetos de esa serie que hoy conocemos son, sin duda, otra de las cimas de su obra y sitúan al autor entre los grandes sonetistas de nuestra lengua (Garcilaso, Lope, Góngora, Quevedo...). El amor es pues el tema fundamental de estas composiciones con claras referencias a lo carnal, pero también al corazón y al alma del poeta. Son poemas de gran carga erótica, pues en el poeta, la libidinosidad y lo sicalíptico es símbolo de vitalidad, oposición a lo mortecino.
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La poesía de Federico García Lorca es considerada como un "desbordamiento de humanidad" a la par que altamente estético, combinada con el arraigo popular y la hondura trágica.
Dentro de su grupo poético, Lorca es el ejemplo más hondo de esa trayectoria que va del «yo» al «nosotros» (sin renunciar a nuevos y hondos buceos y en su «yo» dolorido). Y lo prodigioso es que su desbordamiento de humanidad y aquel «abrirse las venas por los demás» no supusieron ni el menor descenso de exigencia estética. Su arraigo popular y su hondura trágica no dejan de conmovernos, ni su arte de admirarnos.