2.1- RENOVACIÓN TEATRAL DE FIN DE SIGLO
A principios del siglo
XX, se desarrollaron principalmente dos tipos de teatro: aquél cuyo objetivo
era satisfacer la demanda de los espectadores, y aquél en el que se intentó,
sin éxito, renovar el que ya existía.
El máximo representante del teatro comercial o de éxito
fue Jacinto Benavente, autor de
obras como “Los intereses creados” (1907) o “La
malquerida” (1913).
Los intereses creados
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La malquerida
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Él mismo definió el teatro como un instrumento de
evasión y de ilusión; y en sus obras, en las que suele sustituir la acción por
la narración, siempre cuidó la mesura en
la composición de situaciones y caracteres y el realismo de la puesta en escena.
JACINTO BENAVENTE
Dentro del teatro comercial o de éxito, el público apostó
también por el teatro cómico y el teatro en verso. En el primero, la
finalidad básica era entretener al público, incorporando con frecuencia algunos
elementos "líricos" como la música, el canto o el baile. Grandes
autores de teatro cómico fueron los hermanos Álvarez Quintero (El genio
alegre, El traje de luces), Pedro Muñoz Seca, creador del astracán
-género que se presentaba como un descanso del teatro "serio"
recreando situaciones disparatadas y diálogos absurdos- y autor entre otras de La venganza de don Mendo. Mayor interés
de la crítica ha merecido, Carlos Arniches, que escribió tragedias
grotescas como La señorita de Trevélez.
"Los intereses creados"/ JACINTO BENAVENTE
LA VENGANZA DE DON MENDO/ Pedro Muñoz Seca (La astracanada).
"La señorita de Trevélez"/ CARLOS ARNICHES.
En el
teatro en verso se trataron temas
históricos o fantásticos y se empleó la métrica modernista. Destacaron autores
como Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol), Francisco Villaespesa (Aben-Humeya, La leona de Castilla) y los
hermanos Machado (Las adelfas, La Lola se va a los puertos).
Sin embargo, otros autores intentaron renovar el estilo
teatral y romper con los modelos establecidos, eso sí, sacrificando el
éxito y el favor del público. Entre estos dramaturgos, citaremos a Jacinto Grau, quien desarrolló la farsa
en El señor de Pigmalión; a Miguel de Unamuno, creador del “teatro
desnudo”, quien suprime todo lo que no depende de la palabra y la habitual ornamentación escénica excesiva (Fedra); a Azorín,
que buscó un teatro antirrealista, con
elementos propios del subconsciente, en planos oníricos y fantásticos (Lo invisible y La arañita en el espejo);
a Ramón María del Valle-lnclán y a Federico García Lorca, creador del
verdadero teatro poético, quien partiendo del teatro modernista, evolucionó
hacia la farsa, hacia su teatro imposible (El Público), para llegar a tragedias
tan renombradas como Bodas de sangre,
Yerma o La casa de Bernarda Alba.
"FEDRA" / MIGUEL DE UNAMUNO.
VALLE INCLÁN- LUCES DE BOHEMIA (El esperpento)
Por su parte, el teatro
de Valle-lnclán es –como dicen
algunos críticos- el más original en nuestro teatro español del siglo XX. En su trayectoria dramática, hasta llegar al
“esperpento”, vemos una evolución que se basa en el esfuerzo por actualizarse,
por renovar formal y temáticamente el teatro de su época, y por romper con el
teatro realista y con los modelos establecidos (desde el principio, su teatro
no se ajustó al espacio escénico de su época, por lo que en muchos casos
prevaleció su lectura a la propia representación) .
Desde sus inicios, en los que adaptó la corriente modernista, -creando personajes con
lenguaje y actitudes realistas tratados de forma irónica y caricaturesca-
algunas obras como “El yermo de las almas”
y “El Marques de Bradomín” (1906),
enlazan con el teatro decadentista y
simbolista (escribe también poemas
dramáticos en verso de carácter simbolista, tales como Comedia de ensueño y Tragedia
de ensueño). Pero será en “La Marquesa Rosalinda”, en donde acentúe
las técnicas modernistas. “Cuento de Abril” forma parte de las
obras escritas en verso, con métrica y temática modernista. A partir
de este tipo de teatro, que lo hubiera anquilosado, Valle necesita volver a la
esencia del teatro a través del mito
y de la farsa.
En las farsas
introdujo personajes de la farándula, el uso de disfraces y el teatro dentro
del teatro, intentando romper el efecto de realidad escénica. Escribió cuatro
obras de este tipo, La marquesa Rosalinda,
Farsa infantil de la cabeza del dragón, Farsa italiana de la enamorada del rey, y Farsa y licencia de la Reina castiza. Salvo la segunda, todas
estaban en verso, y las tres últimas fueron agrupadas en Tablado de
marionetas para educación de príncipes.
A
partir de 1920 podemos hablar ya del “ESPERPENTO” como género bautizado
por el mismo Valle Inclán en Luces de Bohemia (eso no quiere decir que la técnica del esperpento
surja ahora, sino que es el resultado de su evolución dramática). El esperpento
constituye una estética de una visión particular del mundo, y que es el resultado de una posición crítica, desde
la cual la realidad es destruida sistemáticamente para transformar su imagen
aparente y revelarla tal como es. Valle-lnclán utilizó este instrumento de
desenmascaramiento para criticar duramente su momento histórico.
Los
sucesos dramáticos se proyectan de forma grotesca y la degradación del
esperpento afecta tanto a los ambientes como a los personajes. En los primeros,
los escenarios que dominan son las tabernas, los burdeles, los antros de juego,
los interiores míseros, las calles inseguras del Madrid nocturno; en los
segundos, predominan los borrachos, las prostitutas, los pícaros y mendigos,
los artistas fracasados y bohemios presentados todos ellos como marionetas sin
voluntad, animalizados y cosificados.
Las
obras más representativas del esperpento son Luces de Bohemia (1920), drama que
narra el viaje de Max Estrella y Latino de Hispalis por Madrid, pasando por
el callejón del Gato, en donde se
menciona a Goya y alude a las imágenes deformadas que nos devuelven los espejos
cóncavos. Finaliza la obra con la muerte
de Max Estrella en la puerta de su propia casa. Este recorrido nocturno por
diversos lugares madrileños, como librerías, tabernas, delegación de la
policía, cafés, facilita la crítica colectiva de la sociedad y la situación
política presentes. A partir de 1921 y hasta 1927, aparecen las otras tres
obras que Valle denomina como esperpentos (Los
cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán).
En
1930 aparecieron publicadas juntas bajo el título de Martes de Carnaval,
en donde el ejército español es el
centro de la crítica, ejercida esta con dureza, y en donde los personajes son
fantoches, o están animalizados.
FRAGMENTO DE LUCES DE BOHEMIA
DON LATINO.—Una tragedia, Max.
MAX.—La tragedia nuestra no es tragedia.
DON LATINO.—¡Pues algo será!
MAX.—El Esperpento.
(…)
Max.—Los ultraístas son
más farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han
ido a pasearse en el callejón del Gato. (...)
Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El
sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética
sistemáticamente deformada. (...)
España es una deformación grotesca de la civilización europea. (...) Las imágenes más bellas en un espejo
cóncavo son absurdas.
D. Latino.—Conforme. Pero a mí
me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
Max.—Y a mí. La
deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi
estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas
clásicas.
D. Latino.—¿Y dónde está el espejo?
Max.—En el fondo del vaso (...) Latino, deformemos la expresión en el
mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.
(Los antecedentes más lejanos del esperpento hay
que buscarlos en Quevedo, en sus sonetos
burlescos, y Goya en sus Caprichos (en una de las ilustraciones un
personaje se mira en un espejo y la imagen que este le devuelve es la de un
animal).También hallamos antecedentes más próximos en el teatro expresionista europeo y en la literatura de “arrabal” –obras
teatrales breves en las que se parodiaba con escaso intervalo de tiempo dramas
serios-. (por ej. en La golfemia , de
Salvador Mª Granés).