Entre Modernismo y Vanguardia.
Hacia 1910 se produjo una especie de transición entre el movimiento modernista surgido en 1898 y el movimiento vanguardista que comenzaría en torno a la I Guerra Mundial, que quedó plasmada en una corriente literaria iniciada por un grupo de jóvenes que buscaba modernizar la sociedad mediante la exigencia intelectual: el Novecentismo.
Esta corriente se caracterizaba por el intelectualismo: los novecentistas solían tener una sólida formación y defendían la racionalidad y el rigor intelectual. Asimismo, se propugnaba la modernización intelectual del país mediante su vinculación a la cultura europea (europeísmo) y se estableció un ideal universalista: la cultura urbana. Los novecentistas también estaban presentes en la vida cultural y política, aprovechando recursos como la prensa, las instituciones o la política para influir en la sociedad y difundir sus ideas especialmente entre las minorías cultas.
Finalmente, los novecentistas se preocuparon por el esteticismo (creando el llamado "arte puro"), inspirados por los modelos clásicos; y por la forma, admirando la "obra bien hecha" y el arte minoritario e intelectual. Uno de los pilares de la estética modernista fue el rechazo a las secuelas decimonónicas, con la consecuente huida del sentimentalismo, la búsqueda de la pulcritud y la realización de un imperativo de selección mediante el cual la poesía estaba dirigida únicamente a unas minorías concretas.
Esta corriente se caracterizaba por el intelectualismo: los novecentistas solían tener una sólida formación y defendían la racionalidad y el rigor intelectual. Asimismo, se propugnaba la modernización intelectual del país mediante su vinculación a la cultura europea (europeísmo) y se estableció un ideal universalista: la cultura urbana. Los novecentistas también estaban presentes en la vida cultural y política, aprovechando recursos como la prensa, las instituciones o la política para influir en la sociedad y difundir sus ideas especialmente entre las minorías cultas.
Finalmente, los novecentistas se preocuparon por el esteticismo (creando el llamado "arte puro"), inspirados por los modelos clásicos; y por la forma, admirando la "obra bien hecha" y el arte minoritario e intelectual. Uno de los pilares de la estética modernista fue el rechazo a las secuelas decimonónicas, con la consecuente huida del sentimentalismo, la búsqueda de la pulcritud y la realización de un imperativo de selección mediante el cual la poesía estaba dirigida únicamente a unas minorías concretas.
GENERACIÓN DEL 14
Representantes de este movimiento son Ortega y Gasset, escritor de ensayos como La rebelión de las masas, y el poeta Juan Ramón Jiménez.
La poesía novecentista representa el fin del Modernismo: se rechaza lo romántico y lo sentimental y se busca la perfección como fruto de la inteligencia. Por ello, los temas eran cuidadosamente seleccionados, para así obtener la anteriormente mencionada "poesía pura". Algunos poetas experimentaron formas de tipo vanguardista, encaminándose así a crear un grupo poético que recibiría el nombre de Generación del 27.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
El máximo representante de la poesía novecentista fue el andaluz Juan Ramón Jiménez (1881-1958), nacido en la provincia de Huelva. Juan Ramón Jiménez se relacionó con escritores del calibre de Rubén Darío y Villaespesa, e ingresó en la Residencia de Estudiantes de la Institución Libre de Enseñanza y, después de la Guerra Civil Española, se exilió a Puerto Rico, donde recibió el premio Nobel en 1951.
La obra de Juan Ramón Jiménez puede considerarse como un nexo de unión entre los modernistas y la Generación del 27, quienes lo consideraron un maestro. Los anhelos de Juan Ramón Jiménez residían en la belleza, la eternidad, el conocimiento y la perfección; y su poesía combinaba el esteticismo y el ansia de eternidad.
De 1918 es un famoso poema en que Juan Ramón Jiménez resume así la evolución de su poesía hasta ese año y que comienza así:
Vino, primero, pura, vestida de inocencia.
Y la amé como un niño.
1.a) Poesía sencilla, «inocente», en sus comienzos; ello no es del todo exacto,
2.a) Poesía envuelta en los «ropajes del Modernismo».
3.a) Etapa de depuración progresiva, hacia una nueva sencillez.
4.a) «Poesía desnuda», definitivamente depurada de las galas modernistas. Y esto –insistimos- hasta 1918.
• Mucho más tarde Juan Ramón reducía su evolución a las tres fases siguientes:
1. Época sensitiva. Desde su comienzos hasta 1915, aproximadamente.
2. Época intelectual. Se inicia con el Diario de un poeta recién casado, 1916, y se prolongaría hasta que abandona España en 1936.
3. Época «suficiente» o «verdadera», según sus propias palabras. Desde 1936 hasta su muerte.
I) La primera de ellas, la "sensitiva", refleja las tendencias intimistas y el tono melancólico, con obras como Arias Tristes y Jardines lejanos. Entre 1908 y 1915, Juan Ramón compone poemas que recoge “los ropajes del modernismo”. Entre otros: Elejías (tres libros), La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes, Sonetos espirituales...A esta época corresponde su memorable Platero y yo, publicado en 1914 (y completo en 1917).
II) Durante la etapa "intelectual", que transcurre desde 1916 hasta 1936, en la cual el estilo estaba depurado en búsqueda de la plasmación de lo esencial. Tras "Diario de un poeta recién casado"(1916), cabe destacar Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1923), Belleza (1923)... Esta etapa intelectual se corona con un libro escrito entre 1923 y 1936 (pero no publicado hasta 1946): La estación total .
III) Finalmente, la última etapa o "suficiente" se caracterizó por el sentimiento de fusión con la naturaleza de forma más fluida y colorista, escribiendo obras como Animal de fondo, en 1949. Durante su exilio en América, Juan Ramón prosigue invariablemente su indagación poética, por encima de las circunstancias, cada vez más encerrado en sí mismo y atento sólo a una obra cada día más exigente y ambiciosa. A estos años corresponden, sobre todo, dos grandes libros: En el otro costado (1936-1942) -en él figura el largo poema en prosa Espacio, iniciado en 1941 y sólo terminado en 1954-, y Dios deseado y deseante (1948-1949).
Juan Ramón Jiménez sirvió de faro para los poetas puros y para los componentes del grupo poético del 27: todos ellos, en su juventud al menos, recibieron su influencia.
Es también explicable que los poetas de posguerra, acuciados por preocupaciones sociales sobre todo, se distanciaran de su estética. Pero últimamente, cuando los poetas «novísimos» orientan de nuevo la creación hacia la renovación del lenguaje poético, Juan Ramón recobra la altísima estimación que le corresponde.