DE FIESTA A FUNERAL
Mi infierno empezó el día en el que a mi vecina del quinto se le ocurrió la genial idea de vender su piso. Ella decía que ese piso no era lo suficiente bueno para su nivel.
Repartió anuncios: “Se vende piso en buenas condiciones y a un precio razonable con tres habitaciones, cuarto de baño, cocina y salón”. A cada cinco pasos que dabas en la calle, había un cartel.
Un día de aquella semana oigo el timbre de mi piso, abro la puerta y era mi vecina, me venía a decir que ya había vendido el piso; yo le pregunté que a quién, pero ella no me contestó y se marchó con prisa. Aquella noche me acosté a las 2:00 de la madrugada, con un sueño terrible, y cuando ya había conciliado el sueño, oigo una música de rock en el piso de arriba, justo en el que estaban los vecinos nuevos. Después de la música, empezaron a cantar y a dar golpes, después de seis horas de escándalo, pararon.
Esto fue lo que ocurrió la primera noche, pero es que la segunda fue peor, y tal y como iban pasando los días, las noches en aquel bloque eran más escandalosas. Todo el vecindario se quejaba. Intentamos hablar con la dueña, pero no dimos con ella: igual que si se la hubiera tragado la tierra.
Después de dos semanas de ruidosas noches, cuando todos los vecinos del quinto se habían dormido, le di un poco de holgura al tubo de gas de su piso y se quedaron dormiditos y sin volver a hacer ruido. Nunca más.
BRENDA CÓNSUL