MIS NUEVOS VECINOS
Eran nuevos en la ciudad. Mis nuevos vecinos de la casa de al lado. Mi familia y yo fuimos a visitar a la pareja para darles la bienvenida. No nos sorprendió ver que aún lo tenían todo empaquetado; en cambio, a ellos les sorprendió nuestra visita.
Por una parte, me parecieron extraños porque eran bastante pálidos y tenían una ojeras de falta de sueño, también eran bastante delgados y, sobre todo, muy callados. De las pocas cosas que dijeron, nos explicaron que eran de Transilvania, aunque hablaban muy bien nuestro idioma y habían venido hasta aquí porque les gustaba mucho el país y no les habían gustado sus otros hogares.
Esa misma tarde vino Borja a casa y le expliqué cómo eran mis nuevos vecinos. Nos asomamos a la ventana, pero las ventanas de su casa estaban cerradas.
Ese día se quedaba Borja en casa a dormir. Nos asomamos otra vez a la ventana y esta vez vimos cómo el matrimonio salía de la casa con expresión cansada.
Volvimos a centrarnos en el juego del que estábamos pendientes.
Cerca de la medianoche, cuando aún estábamos despiertos, nos sobresaltó una risa aterradora proveniente de la calle, nos miramos asustados y, a escondidas, miramos a través de la ventana. Estaba cayendo una tormenta de espanto.
En ese momento se me congeló la sangre, porque entró un murciélago en la ventana de enfrente que al instante se convirtió en mi vecino, pero esta vez tenía unos grandes colmillos ensangrentados.
SONIA PERALTA NICOLÁS